Dione
Carrington regresa de su trabajo en el Texas Medical Center de Houston. Programa
su coche para que le lleve a casa. Mientras, ella revisa el artículo que mañana
enviará a una prestigiosa revista médica y que puede revolucionar todas las terapias
actuales en corazones infartados y la
historia de la medicina.
Cerca ya de
su residencia, el teléfono la aparta de su trabajo y le anuncia que pocos días
después, debe iniciar su preparación física para viajar a TITAN, la luna más
grande de Saturno, «mañana nos pondremos en contacto con usted y la ampliaremos
los detalles», le dice para finalizar una voz totalmente impersonal.
Dione está
tan confundida que no advierte que el coche ha aparcado en su garaje, hasta que
sus dos hijos, Ethan de cinco años y Abigail de dos saltan a su interior y la
abrazan.
Horas
después, con su esposo en viaje de trabajo, su cama le parece más grande que
nunca, no puede conciliar el sueño…, de pronto recuerda una carta que su padre
le dio poco antes de morir, indicándole que no la abriera hasta que algo muy
importante y a la vez inexplicable ocurriera en su vida, han pasado… ¡quince
años…! sin haberse acordado de ella. La busca y con ella entre sus temblorosas manos, suspira y se oye decir: «… papá, cuánto te añoro…te
fuiste tan pronto…». La abrió y comenzó a leer:
Mi querida Dione:
En esta vida, que está a punto de
acabarse, no he tenido ocasión de cumplir todos mis sueños.
Tú has sido uno de ellos, el más
importante, junto con tu madre, a la que ambos perdimos demasiado pronto.
El espacio te robó mucho tiempo del que
debía haberte dedicado. Es otro de mis sueños y a la vez mi trabajo.
Ahora, en 2016, a punto de acabarse la
misión no tripulada, Cassini-Huygens, ya sabemos casi todo sobre Saturno, sus
anillos y sus lunas, gracias a los datos que nos mandan desde la nave y su
sonda, que yo he contribuido a descifrar y que me ha seducido por completo. Por
cierto, tú llevas el nombre de una de sus lunas.
Hoy aún no es posible viajar allí,
pero estoy convencido de que pronto podrá hacerse y que el turismo espacial
será una realidad. Como dijo Sir Arthur C. Clarke, escritor y científico
británico “donde quiera que hay algo extraño, algo bello o nuevo, la gente
querrá verlo”, y sin duda pocos lugares hay tan bellos como la luna TITAN y
poder
contemplar desde allí los anillos de Saturno.
Mi amor, yo hubiera querido contarte
todo sobre esa luna, sobre sus lagos de hidrocarburos, sus criovolcanes, sus
cráteres, sus dunas ecuatoriales, su rio Nilo, …, te hubiera hablado durante horas y horas pero tú
aún eres una niña…
He ahorrado dólar a dólar y dejo que
tú, algún día, cumplas mi sueño. Irás a Titán por mí, tu viaje ya está pagado.
Hazlo por mí y mi sueño será tu sueño.
Te quiere. Jackson
Carrington. Houston, abril 2016.
Dione no
podía creer lo que leía, ¡era verdad lo que le habían trasmitido por teléfono…!
« Estúpido
insensato, ¿cómo voy a ir yo a Titán si casi ni sabía hasta hoy que existía? ¿Cómo
voy a subirme a una nave espacial, si me da miedo hasta montarme en una montaña
rusa? ¿Por qué me has encadenado a cumplir tus ilusiones?...»
…Seis meses
después, en una moderna nave llamada Millenium Falcon en honor a su homónima de
Star Wars, se embarcó con otros veinte pasajeros y seis tripulantes rumbo a
Saturno, con destino a Titán.
Le sobrecogió ver empequeñecer su planeta hasta
que desapareció y al acercarse a Saturno y vislumbrar sus anillos dejó de
arrepentirse por haberse dejado convencer por su marido.
La estación
espacial, donde se alojaron, era impersonal como cualquier hotel de la Tierra.
Sin apenas descanso, comenzaron las actividades previstas de antemano: navegó
sobre lagos de gas natural líquido con motos aerostáticas; voló con alas cibernéticas,
simplemente agitándolas, debido a la baja intensidad de su atmósfera; hizo
trekking en espectaculares paisajes, pero sobre todo se extasió contemplando
los fabulosos anillos del planeta…
Cada día
recordaba a su padre, le hubiera gustado compartir esto con él y con su familia…
Cuando tan
solo quedaban dos días para volver, mientras cenaban, las alarmas acústicas
comenzaron a ulular, los altavoces
repetían continuamente: «Esto no es un simulacro, diríjanse a la cámara de
hibernación que les fue asignada, sigan las instrucciones»
«Un meteorito
había impactado sobre las enormes dunas ecuatoriales levantando una peligrosa tormenta de arena que desaparecería en unos
días…» les dijeron.
Se acostó en
su cámara, recordó a sus hijos, aun tan niños y entró en un profundo sueño…
…Cuando
despertó estaban atravesando la termosfera, no podía ponerse en pie, pero desde
su cápsula pudo ver a lo lejos la Tierra. Tras el aterrizaje los llevaron a un
centro hospitalario para recuperarse física y mentalmente, nadie les decía nada
y perdió la noción del tiempo
transcurrido.
Cuando se
recuperó le indicaron que su familia iría visitarla, «cuantas ganas tengo de
verlos…, de estrechar entre mis brazos a mis pequeños…a mi esposo…».
Se dirigió a
la sala de visitas y casi sin espera vio como un anciano tembloroso caminaba
hacia ella ayudado por un hombre y una mujer ya adultos, que parecían ser sus
hijos. Del cuello del anciano colgaba la Medalla del Premio Nobel de Medicina y
en ella estaba grabado su nombre…Dione Carrington.
Junio
2014
Imágenes: Google
No hay comentarios:
Publicar un comentario