martes, 17 de febrero de 2015

ESPACIO Y TIEMPO


 
Dione Carrington regresa de su trabajo en el Texas Medical Center de Houston. Programa su coche para que le lleve a casa. Mientras, ella revisa el artículo que mañana enviará a una prestigiosa revista médica y  que puede revolucionar todas las terapias actuales en corazones infartados y  la historia de la medicina.
Cerca ya de su residencia, el teléfono la aparta de su trabajo y le anuncia que pocos días después, debe iniciar su preparación física para viajar a TITAN, la luna más grande de Saturno, «mañana nos pondremos en contacto con usted y la ampliaremos los detalles», le dice para finalizar una voz totalmente impersonal.
Dione está tan confundida que no advierte que el coche ha aparcado en su garaje, hasta que sus dos hijos, Ethan de cinco años y Abigail de dos saltan a su interior y la abrazan.
Horas después, con su esposo en viaje de trabajo, su cama le parece más grande que nunca, no puede conciliar el sueño…, de pronto recuerda una carta que su padre le dio poco antes de morir, indicándole que no la abriera hasta que algo muy importante y a la vez inexplicable ocurriera en su vida, han pasado… ¡quince años…! sin haberse acordado de ella. La busca y con ella entre sus temblorosas manos,  suspira y se oye decir: «… papá, cuánto te añoro…te fuiste tan pronto…». La abrió y comenzó a leer:
Mi querida Dione:
En esta vida, que está a punto de acabarse, no he tenido ocasión de cumplir todos mis sueños.
Tú has sido uno de ellos, el más importante, junto con tu madre, a la que ambos perdimos demasiado pronto.
El espacio te robó mucho tiempo del que debía haberte dedicado. Es otro de mis sueños y a la vez mi trabajo. 
Ahora, en 2016, a punto de acabarse la misión no tripulada, Cassini-Huygens, ya sabemos casi todo sobre Saturno, sus anillos y sus lunas, gracias a los datos que nos mandan desde la nave y su sonda, que yo he contribuido a descifrar y que me ha seducido por completo. Por cierto, tú llevas el nombre de una de sus lunas.
Hoy aún no es posible viajar allí, pero estoy convencido de que pronto podrá hacerse y que el turismo espacial será una realidad. Como dijo Sir Arthur C. Clarke, escritor y científico británico “donde quiera que hay algo extraño, algo bello o nuevo, la gente querrá verlo”, y sin duda pocos lugares hay tan bellos como la luna TITAN y poder contemplar desde allí los anillos de Saturno.
Mi amor, yo hubiera querido contarte todo sobre esa luna, sobre sus lagos de hidrocarburos, sus criovolcanes, sus cráteres, sus dunas ecuatoriales, su rio Nilo, …,  te hubiera hablado durante horas y horas pero tú aún eres una niña…
He ahorrado dólar a dólar y dejo que tú, algún día, cumplas mi sueño. Irás a Titán por mí, tu viaje ya está pagado.
Hazlo por mí y mi sueño será tu sueño.
Te quiere. Jackson Carrington. Houston, abril 2016.
Dione no podía creer lo que leía, ¡era verdad lo que le habían trasmitido por teléfono…!
« Estúpido insensato, ¿cómo voy a ir yo a Titán si casi ni sabía hasta hoy que existía? ¿Cómo voy a subirme a una nave espacial, si me da miedo hasta montarme en una montaña rusa? ¿Por qué me has encadenado a cumplir tus ilusiones?...»

 
…Seis meses después, en una moderna nave llamada Millenium Falcon en honor a su homónima de Star Wars, se embarcó con otros veinte pasajeros y seis tripulantes rumbo a Saturno, con destino a Titán.
Le  sobrecogió ver empequeñecer su planeta hasta que desapareció y al acercarse a Saturno y vislumbrar sus anillos dejó de arrepentirse por haberse dejado convencer por su marido.
La estación espacial, donde se alojaron, era impersonal como cualquier hotel de la Tierra. Sin apenas descanso, comenzaron las actividades previstas de antemano: navegó sobre lagos de gas natural líquido con motos aerostáticas; voló con alas cibernéticas, simplemente agitándolas, debido a la baja intensidad de su atmósfera; hizo trekking en espectaculares paisajes, pero sobre todo se extasió contemplando los fabulosos anillos del planeta…
Cada día recordaba a su padre, le hubiera gustado compartir esto con él y con su familia…
Cuando tan solo quedaban dos días para volver, mientras cenaban, las alarmas acústicas comenzaron a  ulular, los altavoces repetían continuamente: «Esto no es un simulacro, diríjanse a la cámara de hibernación que les fue asignada, sigan las instrucciones»
«Un meteorito había impactado sobre las enormes dunas ecuatoriales levantando una peligrosa  tormenta de arena que desaparecería en unos días…» les dijeron.
Se acostó en su cámara, recordó a sus hijos, aun tan niños y entró en un profundo sueño…
 
…Cuando despertó estaban atravesando la termosfera, no podía ponerse en pie, pero desde su cápsula pudo ver a lo lejos la Tierra. Tras el aterrizaje los llevaron a un centro hospitalario para recuperarse física y mentalmente, nadie les decía nada y  perdió la noción del tiempo transcurrido.
Cuando se recuperó le indicaron que su familia iría visitarla, «cuantas ganas tengo de verlos…, de estrechar entre mis brazos a mis pequeños…a mi esposo…».
Se dirigió a la sala de visitas y casi sin espera vio como un anciano tembloroso caminaba hacia ella ayudado por un hombre y una mujer ya adultos, que parecían ser sus hijos. Del cuello del anciano colgaba la Medalla del Premio Nobel de Medicina y en ella estaba grabado su nombre…Dione Carrington.
Junio 2014
 Imágenes: Google


No hay comentarios:

Publicar un comentario