martes, 10 de febrero de 2015

LA NIÑA Y LA LUNA (Cuento para niños)


 
 

La niña vivía en una casa muy, muy alta. Tan alta que con la punta de sus dedos podía tocar las nubes.

Todas las noches, antes de acostarse, se asomaba a su ventana para ver la luna y desde allí la enviaba un beso con sabor a fresa, a menta, a melón, a coco, a canela… y cuando las nubes le impedían verla, la niña soplaba y soplaba hasta que volvía a verla brillar.
Una noche, estando la luna llena, redonda, plena, le lanzó un beso con sabor  a queso… y la luna, agradecida, le envió un trocito de ella. La niña lo recogió y guardó en una caja bajo su cama.

Desde ese día, noche tras noche durante trece días, la niña le envió su beso con sabor a queso y a cambio recibía su pedacito de luna.

La noche siguiente, al asomarse a la ventana, la niña no la vio, sopló y sopló a las nubes pero la luna no se escondía tras ellas... solo veía a las estrellas que titilaban en el cielo. De pronto, oyó unos gemidos y otros y más…
—¿Quién llora?— preguntó la niña.

—¡Nosotraaas…!— Le contestaron las estrellas a lo lejos.

—No tenemos luna, devuélvenos la lunaaa… ¡Buaaa…!
La niña volvió los ojos hacia su cama, se agachó y juntando los pedacitos, como un rompecabezas, reconstruyó la luna. La miró, dudó… y cogiendo un trocito, lo besó y lo disparó hacia el cielo.

—¡Graciaaas…!— dijeron mientras pestañeaban las estrellas.
Y desde esa noche, durante trece días, la niña envió un trozo de luna con besos con sabor a menta, mango, melocotón…, pero nunca más  con sabor a… ¡queso…!
 
Imagen: Google
Fotografía: J.M.Rguez. Casado

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